Obviamente, toda filosofía que
pueda ser caracterizada como platonismo deriva este rasgo de su cercanía más o
menos estrecha con el pensamiento de Platón. No obstante, o precisamente por
eso, del término platonismo cabe hablar en un sentido amplio o lato y en un
sentido más estricto.
En sentido amplio, es
platonismo toda filosofía que afirme la preeminencia de un mundo ideal (Ideas o
Conceptos, Razón) sobre el mundo corpóreo y sensible. Es en este sentido que
Nietzsche y Heidegger entienden como platonismo el conjunto de la historia de
la filosofía occidental. También en este sentido hay que entender la famosa
sentencia de Whitehead según la cual toda la “historia de la filosofía son
notas a pie de página a la obra de Platón”. En este sentido tan lato coincide
con la denominación general de Idealismo (Kant sería platónico en este sentido)
o incluso Ilustración (por la confianza depositada en la Razón).
En un sentido ya más estricto
cabe hacer una historia del platonismo atendiendo a los filósofos que
expresamente han hecho uso de varios elementos cruciales de su filosofía, más
allá del simple idealismo. Dejando aparte la evolución de la Academia platónica
dirigida por pitagóricos a la muerte de Platón y sin olvidar que el primer
platónico es el mismo Aristóteles, los hitos más destacados serían el
Neoplatonismo helenístico representado sobre todo por Plotino y el platonismo
cristiano de San Agustín.
Ambas filosofías constituyen
una reinterpretación de la ontología platónica (basada en la oposición mundo de
las Ideas/mundo sensible) con elementos aristotélicos la primera y bajo el
cristianismo la segunda.
El máximo representante del Neoplatonismo es Plotino
(205-270). Su fundador Amonio Sacas (175-242) y otros neoplatónicos importantes
son Porfirio (324-305, discípulo de Plotino), Jámblico (275-330) y Proclo
(410-484)
El Neoplatonismo es el típico ejemplo de
eclecticismo: un platonismo aristotélico mezclado con elementos pitagóricos y
judaicos. El Bien es lo Uno que es
trascendental. El mundo sensible es una degradación del Uno a través de las
diferentes etapas o hipóstasis: el nous,
el alma (del mundo) y la materia. Esta degradación es un proceso
necesario que se produce por emanación de la divinidad (lo Uno). La materia
representa el mal, pero como carencia. La purificación significa el retorno al
Uno.
Para San Agustín, las Ideas Eternas y sobre todo de
la Idea del Bien, constituyen la presencia de Dios en nosotros. Esta presencia
es un conocimiento interior, la presencia de Dios mismo (Deus absconditus) al que se accede por la Gracia divina que se
manifiesta por medio de la Iluminación. Esta verdad es universal, necesaria e
inmutable.
Otro platonismo destacable es
el que tiene lugar en el Renacimiento con la traducción, edición y
reinterpretación de Marsilio Ficino y su círculo, algunas extensiones de este
platonismo-pitagorismo llegaron a dejar su impronta en la nueva ciencia a
través de Kepler (pitagorismo) o Galileo (el Sol como Bien).
También ha habido platonismos
más recientes, el último destacado el de Natorp (1854-1924).
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