viernes, 12 de julio de 2013

LA ANTROPOLOGÍA CRISTIANA

Al igual que cualquier visión religiosa del hombre, el cristianismo parte de la finitud y limitación humana. La vida es un don de Dios, algo que no depende del hombre ni a él le corresponde manipularla (de aquí su postura frente al aborto o la eutanasia, aunque estos temas son contemporáneos)

Es específico de la antropología cristiana el gran valor otorgado a la libertad humana. El pecado original deja al hombre en un punto de partida en que debe hacer uso de su libertad para salvarse. El hombre es “malo” por naturaleza, pero el hecho de que el hombre tenga una relación con lo sobrenatural le otorga la posibilidad de ser bueno, de regenerarse. Así, podemos decir que, para el cristianismo, el hombre no es ni bueno ni malo por naturaleza, sino sobre todo, libre.


No obstante, la Gracia es el perdón que Dios nos otorga por su infinita bondad. Bien entendido que la Gracia es un don divino, no un intercambio de favores con el hombre. El hombre se salva gracias a la Fe y las buenas obras. Pero la Gracia consiste en dar al hombre la posibilidad de salvarse, que él aprovechará o no[1].

La antropología cristiana se configura históricamente como preocupación por el alma “cuidado del alma”. El alma es inmortal, pero debe ser juzgada. Existe el Cielo y el Infierno, el Premio y el Castigo, y la vida debe ser un completo cuidado de aquella parte espiritual o sobrenatural nuestra, que debe ser privilegiada respecto al cuerpo. En este dualismo, el cristianismo toma los elementos básicos de la ontología platónica: lo que realmente es, las Ideas y el Alma tienen características opuestas al Cuerpo perecedero, que queda devaluado. Aunque la resurrección lo es también de los cuerpos.

De hecho, la libertad humana también se muestra como autodominio (templanza) del alma sobre el cuerpo.



[1] En el protestantismo no será tan fácil, ya que al admitir la predestinación, se elimina la libertad humana. Si Dios sólo otorga la Fe a algunos, quien no tiene Fe, no vale la pena que se esfuerce. Sin embargo en el catolicismo romano, la libertad humana se ha mantenido como un bastión inexpugnable frente a todo ataque. Por ello no se privilegia tanto la Fe frente a las obras. Decimos que la Gracia divina otorga a todos los hombres la oportunidad de salvarse (por la Fe y por las obras) y los hombres, libremente, la toman o la dejan. La Biblia es un ejemplo de esta Gracia divina. Al alcance de todo el mundo está la salvación. Uno decide libremente leer o no leer la Biblia. La Fe no es totalmente independiente de las obras que voluntariamente realizamos.

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