Se
llama filosofía Helenística al largo periodo filosófico que va desde finales
del s. III a. C., 20 años después de la muerte de Aristóteles, hasta finales
del s. III d. C. en que la filosofía cristiana, en concreto lo que escriben los
Padres de la Iglesia, comienza a tener un corpus
doctrinal elaborado. A partir del s. II d. C. aproximadamente, la filosofía
cristiana empieza a competir con las filosofías paganas, ganando cada día más
terreno entre las clases cultas y pudientes.
Concretamente,
se acostumbra situar la filosofía
helenística entre el año 306 a. C. (en que Epicuro funda el Jardín) y el 275 d. C. (en que muere Pirrón). La última
corriente helenística de importancia es el Neoplatonismo que se alarga hasta el
siglo V (con Proclo 410-484) aunque su representante más destacado es Plotino
(205-270).
En
general, este periodo debe ser entendido como un periodo en el que tienen más
importancia las escuelas que las filosofías individuales. Las mismas ideas son
repetidas por diferentes pensadores. El pensamiento helenístico es complejo por
la cantidad y variedad de escuelas y corrientes de pensamiento. Además, hay
ideas compartidas por más de una escuela. Una característica fundamental de
esta época es el eclecticismo. Si las
tres grandes escuelas de la Grecia helenística son Epicureísmo, Estoicismo y Escepticismo, en la época romana
encontraremos también el Neoplatonismo,
la continuación de la Academia (Cicerón es miembro de la Academia Media) y las
diferentes corrientes de pensamiento religiosas y sectarias. El cristianismo
nace justamente en este contexto y con las mismas pretensiones: todas ellas
persiguen la salvación individual.
1.
Sinopsis histórico-política
El cambio
de orientación en esta época, caracterizado sobre todo por la desaparición de
los grandes sistemas metafísicos de Platón y Aristóteles, hay que situarlo en
el contexto de una nueva situación histórica que hace que el gran tema a pensar
por todos los sabios del momento sea lo que podríamos englobar dentro de la ética. Cuando en alguna de las escuelas
helenísticas hay una concepción de la physis,
siempre está en dependencia de la ética. La ética es aquí entendida como una
investigación sobre la felicidad humanamente posible. Todas las escuelas buscan
la salvación a través de una “teoría del sabio”. El sabio es aquél que sabe
vivir y que puede ser feliz (eudaimonía,
siguiendo con la tradición socrática) en un mundo básicamente hostil. La
sabiduría es un aspecto de la virtud (areté
= excelencia), por eso la “teoría del sabio, lo que hace es unificar virtud y
felicidad en una sola cosa: la sabiduría.
Pero, ¿qué le ha pasado al mundo para ser hostil?
En el año 322, con la muerte de Alejandro Magno, el
imperio helenístico se disgrega en 3 monarquías: la de Egipto, la de Asia, y la
de Macedonia. La polis ha desaparecido para siempre, y
con ella, el pequeño mundo ordenado en el que cada cosa tenía su lugar. Ahora
cada individuo es sólo un ciudadano más del mundo (cosmopolitismo). Sólo hay un mundo único para todos, un mundo
nuevo, desconocido y demasiado grande para poder entenderlo. La polis pasa a ser todo el mundo, y el
ciudadano es ciudadano del mundo, pero precisamente porque no hay una polis como unidad que se pueda oponer y
diferenciar a otra polis, también
desaparece la política en este sentido. El individualismo es la otra cara del
cosmopolitismo.
A partir de ahora, la felicidad será concebida como salvación
individual y no como algo relacionado con el grupo humano, ya que la
sociedad es comprendida como un “mal necesario” (ya veremos que no para todos
en la misma medida). La filosofía se aproxima así a lo que podemos entender por
una religión, ya que es una filosofía de la salvación individual (soteriología). La función de la
filosofía será la de orientarnos en el complejo mundo hacia nuestra salvación y
consolarnos en la difícil situación humana que nos ha tocado vivir. Todas las
escuelas helenísticas muestran así que no tienen un objetivo demasiado
diferente del que tendrá el cristianismo inicial y con el que tendrán que
competir como filosofía de la salvación.
2. El Epicureísmo
En
el año 306 a. C., Epicuro funda el Jardín,
un lugar separado de la vida activa, para pasear y meditar. En el Jardín enseñará su doctrina
filosofíca a sus compañeros y amigos. Un síntoma del progresismo
social de esta doctrina es que en el
Jardín son admitidos esclavos y mujeres.
2.1. La Física
La
función de la física es la de evitar la superstición como causa de preocupación.
Para los epicúreos la physis sólo
consiste en átomos y vacío (para permitir el movimiento de los átomos). Es pues
un materialismo absoluto. La libertad se explica por el clinamen, el cambio de dirección caprichoso de algunos átomos.
2.2. La ética
La ética
para Epicuro consiste en la búsqueda de la felicidad. Y la sabiduría es el
conocimiento de la ética. Sólo el sabio llega, con la experiencia, el
aprendizaje y la constancia a ser feliz. Pero, ¿qué es la felicidad? La
felicidad queda definida en un primer momento como el placer, la satisfación
del deseo. Así, podríamos pensar que la filosofía de Epicuro es hedonista, pero
nos equivocaríamos. Recordemos que en esta época ninguna de las escuelas
filosóficas que examinaremos parte de una posición optimista. La búsqueda de
placer se convierte más bien en la evitación del dolor. Es decir, el hedonismo
deviene una lucha por la independencia. Ser independiente de la tiranía de los
deseos es la manera de conseguir la tranquilidad de espíritu (ataraxia) que proporcionala ausencia de
dolor. Esta es la serenidad epicúrea: la indolencia, la independencia del mundo
exterior e indiferencia hacia los bienes materiales en la medida en que no son
estrictamente necesarios para la vida.
Con ello seguramente tiene que ver la jerarquía de
valores epicúrea, según la cual la amistad,
la independencia y la reflexión ocupan los lugares más elevados. Nada de
ello se puede comprar con dinero (en todo caso la independencia, en tanto que
supone no estar ligado a un trabajo)
Para poder llegar a la ataraxia nos tenemos que liberar de dos cosas: las pasiones (fama, dinero, honores,
poder,…) porque sólo producen preocupaciones y sufrimiento, y de los miedos. Para ello está la filosofía.
Así, con un argumento racional podemos entender que no hay que tener miedo a la
muerte: porque la muerte no es nada
para la sensación. Cuando estamos vivos la muerte no es y cuando la muerte es,
nosotros ya no somos. Tampoco nos debemos preocupar por los dioses, ya que ellos viven felices y
lejos de los humanos (no los necesitan para nada), no los premian ni los
castigan. Por último, tampoco el destino
debe ser causa de preocupación, ya que el destino no existe: la cosas se
producen por necesidad, por azar o por nosotros.
3. El
Estoicismo
Un año
antes de la fundación del Jardín, el año 307 a. C., Zenón funda la Stoa, es decir, el Pórtico, una escuela rival del Jardín aunque tenga con ella en
común la intención filosófica fundamental. La oposición intelectual ya se puede
intuir a partir de la propia denominación de la Escuela. Mientras que el Jardín
propugna la separación de la sociedad (en la medida de lo posible), el Pórtico
está dirigida a políticos y a todos aquellos que optan por la vida de ciudad y
por la virtud correspondiente.
El
estoicismo es una doctrina ecléctica
que recoge elementos aristotélicos, socráticos, heraclíteos,…Hay una razón
individual o logos semejante a la
razón universal cósmica o Logos (a
semejanza del de Heráclito) que lo rige todo. El Logos es Zeus o Dios, y el mundo es concebido como una organismos,
a la vez que el hombre es entendido como un microcosmos. La razón humana no es
más que una parte de la razón cósmica divina. El fundamento de todo es la
cosmicidad (orden, estructura) del mundo. Por eso la virtud consiste en vivir de acuerdo con la naturaleza. Si la naturaleza
es el orden simbolizado por el fuego de Heráclito, seguirla significa instaurar
ese orden en el alma humana: dominar las pasiones. Independientemente de que
ese control nos proporcione o no la felicidad, el dominio de nuestras pasiones
es nuestra obligación moral, es el ejercicio de la virtud. Este dominio se
expresa en la virtud máxima, la imperturbabilidad
(apathia). Esta apatía tiene que ver también con su concepción del destino,
radicalmente diferente de la epicúrea: el estoico se resigna ante lo que tiene
que ocurrir: la libertad es la aceptación de la necesidad, e implica el
conocimiento del mundo y de uno mismo. También propugnan la meditación según el
precepto délfico: gnosce teipsum. Si
el destino es inevitable, el peor gasto de energías que se puede hacer es
intentar luchar contra el destino, eso no es de sabios.
De
los estoicos hay que destacar su desarrollo de la lógica más allá de la aristotélica, con planteamientos muy próximos
a la lógica proposicional y, de acuerdo con su idea del cosmopolitismo, ser los
fundadores del derecho natural (ius
gentium), sin exclusión de bárbaros, mujeres o esclavos. Sería un error
atribuir este universalismo a los cristianos.
El “derecho universal natural” del estoicismo se basa
en el concepto de humanitas. Mientras
que en el caso del derecho romano el sujeto es el ciudadano romano (lo que implica una actividad), en el caso del
cristianismo, el sujeto es el individuo
cristiano, lo que implica una pasividad, como sujeto de unos derechos
inalienables.
4. El Escepticismo
Pirrón
fue el fundador del escepticismo. El escepticismo de Pirrón, como el de
cualquier época, se basa en la desconfianza en el espíritu humano para resolver
las grandes cuestiones debatidas en la filosofía. Pero la novedad más importante
que introduce Pirrón es que esta postura filosófica está también relacionada
con la salvación, ya que la felicidad se consigue evitando la preocupación de
intentar resolver cuestiones que la naturaleza humana no puede resolver
definitivamente. Ahora bien, el escepticismo antiguo es suficientemente hábil
como para ver que ni siquiera esta afirmación puede ser hecha para no caer en
contradicción. El escepticismo no afirma ni niega nada, simplemente hace epoché: renuncia a todo tomar partido.
Esta es la actitud del sabio escéptico, ya que no hay criterio de certeza
porque es imposible conocer la adecuación o no entre las cosas y nuestras
representaciones. La epoché o
renuncia absoluta a la decisión es el término equivalente a la ataraxia o apatheia.
5. La
filosofía helenística romana
5.1. Panorama general
El estoicismo cambia con el tiempo. En la
época romana, el logos divino
presente en el hombre es el daimon.
Toda la religiosidad es interior (el daimon
no es más que la representaicón propia de Dios). El filósofo es el emisario de
Dios. También es presente en esta doctrina un interés catequético (de
transmisión y difusión de la doctrina) igual que en el cristianismo emergente.
También el escepticismo
cambia con el tiempo, aproximándose a la academia
platónica en la época de Cicerón, bajo la dirección de Carnéades.
La gnosis es
un movimiento muy genérico y variado que defiende, en términos generales, que
el conocimiento produce la salvación. El conocimiento no se consigue mediante
el discurso racional, sino mediante la revelación o intuición. Esta revelación
no es un don propio del hombre, sino un don que otorga la divinidad (defiende
el iluminismo). La gnosis vulgar,
extendida por Asia Menor hace uso de prácticas mágico-religiosas para acceder a
este conocimiento. La gnosis culta,
por el contrario, dominante en Alejandría, pone el énfasis en los aspectos
cultos de la tradición, como el hermetismo o el Antiguo Testamento. Por último,
la gnosis cristiana, más tarde
declarada herética por el cristianismo, identifica la sabiduría (sophia) con la fe (pistis). Para ellos, Cristo en un “eon”, es decir, un intermediario
entre Dios y los hombres. Todos los mivmientos gnósticos comparte un dualismo
(materia-espíritu) maniqueo (la materia es el mal), la existencia de “eones”,
la concepción de Dios transcendente y el acceso del hombre a la salvación como
purificación ascética.
5.2. El Neoplatonismo
El
máximo representante del Neoplatonismo es Plotino (205-270). Su fundador Amonio
Sacas (175-242) y otros neoplatónicos importantes son Porfirio (324-305,
discípulo de Plotino), Jámblico (275-330) y Proclo (410-484)
El
Neoplatonismo es el típico ejemplo de eclecticismo: un platonismo aristotélico
mezclado con elementos pitagóricos y judaicos. El Bien es lo Uno que es trascendental. El mundo
sensible es una degradación del Uno a través de las diferentes etapas o
hipóstasis: el nous, el alma (del mundo) y la materia. Esta degradación es un proceso
necesario que se produce por emanación de la divinidad (lo Uno). La materia
representa el mal, pero como carencia. La purificación significa el retorno al
Uno.
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