viernes, 12 de julio de 2013

FILOSOFÍA PATRÍSTICA

La palabra patrística viene de "padre". Así, la filosofía patrística es aquella "filosofía" (si se puede llamar así) escrita por los Padres de la Iglesia. Con estos escritos se puede decir que empieza la simbiosis que se mantendrá durante toda la Edad Media entre cristianismo y filosofía.

Hasta el s. II d. C., la transmisión de la verdad revelada es la que refleja el Nuevo Testamento. Es a partir de este momento cuando la Iglesia comienza a organizarse y sistematizar políticamente y doctrinalmente, cuando se constata el peligro de la dispersión total ante la multitud de interpretaciones dispares que se están haciendo de los Evangelios, y la proliferación de sectas.

Los escritos de esta primera época del cristianismo se puede dividir entre apologéticos (hacen apología del cristianismo) y los patrísticos. En estos último hay más contenido doctrinal, más elaboración y un uso más extendido de conceptos filosóficos como consecuencia de la formación filosófica de los padres que escriben en griego. Ya S. Pablo muestra en el Nuevo Testamento un cierto conocimiento de la corrientes filosóficas de su época a las que tiene que hacer frente.

Los padres de la Iglesia se dividen usualmente entre latinos y griegos según la lengua en la que escriben. Mientras que los latinos (normalmente anteriores al s. III d. C.) hacen más bien exposiciones dogmáticas de la doctrina (dogma y doctrina vienen de la palabra griega doxa, son lo que “hay que creer”) con muy poca especulación, los griegos han asimilado más los conceptos metafísicos, sobre todo los platónicos, y hacen más uso de la especulación filosófica. Estos últimos son posteriores al s. III d. C. Para todos ellos, la filosofía es propedéutica para el cristianismo. Ahora bien la relación exacta entre cristianismo y filosofía oscila desde la teoría del latrocinio (Tertuliano) según la cual el saber filosófico es un robo de las fuentes del Antiguo Testamento a la teoría de la culminación (Clemente) según la cual el cristianismo sería la culminación del saber filosófico anterior.

En sus inicios, el cristianismo es, de acuerdo con el espíritu de la época, una corriente más, sometida al sincretismo y eclecticismo, tan generalizado en ese momento y relacionado con el hecho de que la filosofía se entiende como una actividad práctico-religiosa. Sólo después pasará a ser un cuerpo doctrinal diferenciado. Esta filosofía debe ser comprendida en paralelo a la filosofía helenística romana.

Como ya hemos dicho, si bien, el cristianismo no quiere oír hablar, en principio, de filosofía, finalmente llegará a una simbiosis con ella. La causa hay que buscarla en una necesidad de delimitar el dogma de todas las posibles herejías y en la cristianización de las clases cultas de Roma, con lo que se empieza a utilizar la terminología que ya se poseía, la de la filosofía.


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