martes, 9 de julio de 2013

EPICUREÍSMO

Tras la muerte de Aristóteles y ya en el contexto del helenismo, Epicuro funda el Jardín, en el año 306 a.C. El Jardín es un lugar separado de la vida activa, para pasear y meditar. Allí enseñará su doctrina filosófica a sus compañeros y amigos. Un síntoma del progresismo social de esta doctrina es que en el Jardín son admitidos esclavos y mujeres.

La función de la FÍSICA es la de evitar la superstición como causa de preocupación. Para los epicúreos la physis sólo consiste en átomos y vacío (para permitir el movimiento de los átomos). Es pues un materialismo absoluto. La libertad se explica por el clinamen, el cambio de dirección caprichoso de algunos átomos. Los dioses también están hechos de átomos y también el alma, sólo que átomos más sutiles.


La ÉTICA para Epicuro consiste en la búsqueda de la felicidad. Y la sabiduría es el conocimiento de la ética. El sabio es aquél que sabe vivir, es decir, que es feliz. La felicidad queda definida en un primer momento como hedonista ya que afirma el valor del placer, la satisfacción del deseo. Pero resulta que la búsqueda de placer se convierte más bien en la evitación del dolor, y esto supone la no-dependencia de los bienes externos. Es decir, el hedonismo deviene una lucha por la independencia. Esta independencia se consuma en la ATARAXIA, tranquilidad de espíritu que proporciona la ausencia de dolor.

Con ello tiene que ver la jerarquía de valores epicúrea, según la cual la amistad, la independencia y la reflexión ocupan los lugares más elevados. Nada de ello se puede comprar con dinero.

Para poder llegar a la ataraxia nos tenemos que liberar de dos cosas: las pasiones (fama, dinero, honores, poder,…) porque sólo producen preocupaciones y sufrimiento, y de los miedos. Para ello está la filosofía. Así, con un argumento racional podemos entender que no hay que tener miedo a la muerte: porque la muerte no es nada para la sensación. Cuando estamos vivos la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros ya no somos. Tampoco nos debemos preocupar por los dioses, ya que ellos viven felices y lejos de los humanos (no los necesitan para nada), no los premian ni los castigan. Por último, tampoco el destino debe ser causa de preocupación, ya que el destino no existe: las cosas se producen por necesidad, por azar o por nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario