Por positivismo suele
entenderse aquella actitud que considera que la ciencia y la filosofía deben
limitarse al análisis de los hechos de experiencia, estableciendo entre ellos
relaciones y leyes. Esto implica una renuncia a conocer qué es la realidad, qué
son, en esencia, las cosas. Si entendermos la metafísica como la ciencia que
trata del ser de las cosas, el positivismo implica una actitud antimetafísica
(en sentido similar al ya mantenido por Hume)
En la ciencia surge contra la
ontologización de la física. Es decir, contra el intento de explicar qué es la
realidad (qué es la materia, qué es el espacio, etc.). Los positivistas
sostienen, por el contrario, que la ciencia debe limitarse a describir los
fenómenos en base a leyes matemáticas, sin entrar en su naturaleza.
El positivismo es una corriente
de pensamiento de influencia sobre todo en Francia y Reino Unido. Su
representante más conocido es A. Comte, que afirma que el estadio positivo de
la humanidad es el último en una escala de progreso, el más racional, posterior
al teológico y metafísico (ley de los tres estados). Sus representantes más
destacados en el Reino Unido serían J. Stuart Mill y A. Smith.
El pensamiento positivo (de
“posición”) es aquél que se atiene sólo y exclusivamente a “los hechos” y a lo
“relativo”, huye del fundamento y de lo absoluto. Evidentemente es un rechazo
frontal al Idealismo alemán. Está relacionado con el empirismo y con el
desarrollo de la ciencia, a la que quiere emular. Para ellos, sólo la ciencia
positiva y el pensamiento empírico pueden llegar a la verdad.
La influencia de esta corriente
de pensamiento llegará al s. XX, en que aparecerá el “positivismo lógico”.
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