El
filósofo checo J. Patočka (1907-77) comienza su reflexión filosófica por la
pregunta acerca del mundo natural. Para él, determinar la naturaleza del mundo
que nos rodea es urgente en tanto que la visión que nos ofrece la ciencia y el
mundo mismo, tal y como es vivido en primera persona, son absolutamente
distintos y heterogéneos. El mundo correlato de la actividad científica no
ofrece respuestas a nuestras expectativas e intereses teóricos y prácticos (de
nuestros desvelos), ya que la ciencia es una actividad totalmente alejada del
mundo de la vida, realizada por hombres que deben renunciar a su yo personal en
tanto que científicos y deben renunciar a cualquier tipo de visión de la
totalidad en tanto que especialistas. Por otro lado, el mundo, tal y como es
vivido en primera persona, busca respuestas y certezas, y no las encuentra
porque, de las cuestiones que más nos importan desde el punto de vista de
nuestra libertad, no se puede hablar científicamente: por esto se habla de
crisis de valores, se identifica la política con la simple gestión del ente y
la filosofía no tiene más interés que un juego de adolescentes, ya que toda
teoría no científica pierde el valor de theoria.
Desde este punto de vista, la cuestión del mundo natural es un problema puramente
existencial. Estariamos, de manera muy parecida a como lo formula H. Arendt, en
la alienación del mundo.