domingo, 9 de junio de 2019

MICHEL FOUCAULT Y EL SENTIDO DE LA HISTORIA



Según el profesor M. Morey, para entender a Foucault hay que partir del aforismo 1 de Nietzsche en Aurora: En él nos habla de “las cosas que duran mucho tiempo” y “que precisan de una génesis”. Estas cosas son para Foucault las ideas (con minúscula, no platónicas, es decir, la cultura dominante). De aquí que el interés predominante de Foucault sea la relación entre saber y poder (La arqueología del saber)

En este sentido, se preocupa especialmente por el origen (genealogía) de las ideas burguesas de la 2ª mitad del s. XVII y los primeros decenios del s. XIX. Con su investigación pretende es desmitificar que el orden de Occidente sea el único razonable.

La etnología estructuralista critica el etnocentrismo: no podemos estudiar las otras culturas con nuestra propia inteligibilidad, con nuestras propias categorías; hemos de entender la suya propia. En esto consiste el estructuralismo. Foucault hace lo mismo con la Historia y por eso es considerado a veces también dentro del estructuralismo. No hay que decir que forma parte de la manera de hacer de este filósofo el ocultarse ante todas las etiquetas. También niega ésta. No obstante, podemos extraer una serie de rasgos clave de su metodología:
TEST HCS1 TURNO1

1)      Se trata de preguntar “desde cuándo” sin admitir nunca un “desde siempre”. Así p.e. en su “Historia de la locura” demuestra que no es cierto que siempre haya habido “locos”.
2)      No se trata, pues, de reconocernos en el pasado sino más bien de conocer el pasado como diferente. El método así no es la dialéctica sino la diferencia.
3)      No es trata de una Historia lineal y progresiva, sino con rupturas y abismos.
4)      La Historia es un proceso sin sujeto (es decir, no se puede considerar un único sujeto histórico) ni fines.
5)      Resumiendo: no se trata de la Verdad de nuestra Historia, sino de la historia de nuestras verdades. Obsérvese que aquí es esencial la distinción entre mayúsculas y minúsculas y entre singular y plural. Dicho de otra forma, “la Historia de nuestra Verdad” sería una afirmación relativista fácilmente rebatible. Aún así, Foucault nunca hace una declaración metodológica o filosófica universal. Huye del debate abstracto. El objeto de su estudio son ideas o instituciones concretas como la locura, la sexualidad, las cárceles, etc.

Las consecuencias de este planteamiento son a) el carácter estrictamente histórico nuestras verdades (y para evitar la acusación de relativismo basta con entender la ironía que encierra la expresión “nuestras verdades”, Foucault se niega a moverse en el terreno del a priori filosófico) y b) el estatuto positivo del error. Lo que hacemos normalmente es descalificar como errores los modelos antiguos, con lo que, casi sin querer, establecemos como verdades nuestros modelos presentes. Es  decir, normalmente la historia tiene el uso político de legitimar nuestro presente como el único posible.

Foucault entiende por poder “lo que nos es intolerable”. Hoy en día lo que nos es intolerable no es tanto el que no nos dejen ser quienes somos (como ocurre en la época clásica según él, inaugurada por El Quijote y Las Meninas), sino precisamente lo que nos hace ser lo que somos (más característico de la época de las tecnologías de control del sujeto que se alzan a partir del s.XIX) . Esta visión podría ser puesta en relación con la cuestión nietzscheana de la soledad última como único interlocutor válido.

No es pertinente entonces la pregunta por el sentido de la Historia, sino por el funcionamiento de los diversos avatares históricos. Los procesos históricos son inteligibles, pero carecen de sentido: “solo porque nos explicamos lo que nos pasa como nos lo explicamos, nos pasa lo que nos pasa”.

Es decir, la Historia se hace desde una forma de entender el presente y nace en el s. XIX juntamente con la noción de “yo” o “sujeto”. El acontecimiento en sí no tiene sentido. El sentido es algo que ponemos nosotros. Foucault nos hace inteligible la historia solo si estamos de acuerdo en que el poder es lo que se nos hace intolerable.


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